jml

· Semiótica del debate Obama-Romney (3)

© 2012 Josep Marc Laporta

Por tercera vez se vieron las caras en un debate televisivo el presidente Barak Obama y el gobernador Mit Romney.  El escenario fue, otra vez, un acierto. Diferente a los anteriores, cada candidato estuvo sentado en una mesa triangular con el moderador en uno de los vértices, de espaldas al público. La cercanía de ambos contendientes dialécticos, sentados y en posición lateral mantuvo escenográficamente un encuentro político en lo más alto. No es cuestión baladí para un buen programa televisivo de debate electoral que los comparecientes estén bien ubicados en el escenario –tanto en espacio, iluminación como en cercanía al espectador– para poder interrelacionarse adecuadamente y confrontar sus posiciones con un buen ‘aire escénico’.

Las corbatas volvieron a ser protagonistas, siempre con los colores representativos de la bandera americana. Recordemos que en el primer debate, Barak Obama lució camisa blanca y corbata azul, anticipando una posición más conservadora en la dialéctica. Por su parte, Mitt Romney, vistió el mismo color de camisa pero corbata roja con detalles azul y dorado, declarando cuáles serían sus credenciales dialécticas. En el segundo encuentro, el presidente se presentó con una corbata de tono bermellón, mientras que su contendiente asistió con una azul de visibles rayas blancas. El cambio cromático respecto al primer debate pretendía en Obama ofrecer una versión presidencial más agresiva, aunque matizada; y en Romney una muestra de firmeza. El azul contrastado con las franjas blancas indica claridad, fortaleza y decisión.

En este ultimo debate, Obama lució una corbata azul, de tonos brillantes, mientras que Romney, muy bien aconsejado, mostró una de color rojo, con gruesas francas grises. Es de destacar que los asesores del candidato republicano aciertan plenamente con el color y los trazados de las corbatas. El rojo significa arrojo, aunque las franjas grises matizan el apresto o atrevimiento del tono fuerte, dando lugar a una dialéctica visual de ardor prudente. Por parte del demócrata, el tono azul brillante de la corbata escenificó su cargo presidencial, aunque la fuerza visual del color explicaría la posterior posición dialéctica en el escenario, más agresiva que un simple color azul anunciaría. Podríamos decir que en el último debate, cada uno utilizó la corbata que le correspondía: los tonos y los detalles de cada atuendo tenían mucha relación con el grueso del debate. Es decir, Romney se mostró enérgico y claro, pero prudente, y Obama con su color presidencial, pero brillante, asumió que no debería quedarse atrás en su dialéctica. Y así sucedió.

El presidente no utilizó tanto sus dedos en dirección coincidente como en anteriores debates, aunque a veces indicó orientación con su dedo índice en posición de señalar, aludiendo a su oponente en una simbología de dirección y poder. Por su parte, el candidato republicano abría más los brazos como una forma de acoger a los que desearan abrazar su mensaje. No obstante, con respecto al anterior debate, a Obama se le observó una gestualidad menos directiva y más abierta, enseñando las palmas de las manos y abriendo más los brazos. Dejando a un lado una supuesta rectificación de sus asesores, esta gestualidad implicaría una mayor necesidad de acoger que de mandar. Habitualmente, Obama gestualiza con las manos de manera mucho más directiva, uniendo los dedos hacia una dirección o señalando con el índice. En esta ocasión se le observó una rectificación, no sabemos si pretendida o natural.

Las manos abiertas, mostrando las palmas de las manos sin indicar dirección determinada es una muestra de transparencia, certidumbre interior y actitud explicativa. Por su parte, los dedos que se unen dirigiéndose hacia un punto acostumbran a revelar mando, determinación, intención de seguridad y/o necesidad de imponerse. En este último debate, a ambos candidatos se les observó parecida gestualidad: manos abiertas, brazos acogedores y reposo de las manos sobre la mesa con dedos entrelazados.

Durante gran parte del debate se pudo ver al presidente manosear un bolígrafo, un signo que puede delatar intranquilidad o necesidad de concentración. En su caso y por el transcurso del debate y hábitos propios, me inclino a pensar que se apoyaba en él eludiendo la dispersión mental.

Gracias a la disposición de sentados, se pudo observar cómo se colocaban respecto al respaldo y la mesa. En ningún momento ninguno de los dos candidatos reposó la espalda en el respaldo. Era de suponer. No obstante la incorporación hacia delante, hacia la mesa con los brazos descansando encima de la ella, nos ofreció una perspectiva de la actitud emocional y dialéctica de cada candidato. Mit Romney se mantuvo en esa posición erguida, levemente incorporado hacia delante, con los brazos reposados sobre la mesa. No obstante, Barak Obama mantuvo la misma disposición, aunque con el cuerpo visiblemente más volcado hacia la mesa, más inclinado hacia delante.

Este detalle posicional del presidente revela su pretensión de tomar la iniciativa y de ser dialécticamente más interviniente, mordaz y determinante. La inclinación del cuerpo y del rostro hacia delante, como más apoyado en la mesa, invita a suponer que su decisión estratégica fue pasar al ataque dialéctico, una expresión de alerta para no quedarse atrás. Descarto la posibilidad que esa disposición sea un hábito o una costumbre posicional del presidente.

Antes de acabar este análisis creo necesario apuntar dos detalles morfológicos de los candidatos a la presidencia de los Estados Unidos de América. El círculo ocular de Mit Romney, con las cejas en frontal avanzado, puede indicar cierta disposición a mantener ideas fijas y conceptos inamovibles; lo que podría suponer una actitud caracterológica conservadora, guardiana e, incluso, intransigente. El mismo análisis del círculo ocular de Barak Obama nos lleva a opinar que aúna comprensión, determinación y confianza. Sitúo estas apreciaciones como una tendencia, sin más valor que una orientación morfológica, que, en muchos casos, puede ser más hereditario que caracterológico, pero que puede esclarecer ciertas tendencias.

El último debate entre los dos candidatos a la Casa Blanca de Washington nos deparó pocas novedades, aunque algunas fueron significativas. La más relevante es la posición en la silla de Barak Obama, más inclinado hacia delante que su oponente, lo que nos ilustra el planteamiento de los asesores del candidato de tomar una actitud más agresiva y determinante.

Los analistas políticos y las encuestas dicen que este último debate lo ganó Obama. Desde la semiótica y la gestualidad no se puede afirmar ni desmentir, sólo constatar la actitud más contundente del presidente, con una gestualidad que definió muy bien su principal interés: tomar el mando del debate. Y, como se sabe, no acostumbra a ganar quien impone sus tesis sino quien impone su personalidad, que incluye capacidad de determinación, capacidad de síntesis y capacidad de reacción. 


© 2012 Josep Marc Laporta.

Licencia de Creative Commons

3 comentarios:

  1. Pedro Capa00:37

    Muy interesante. Me han gustado las tres entregas de los debates Obama.Romney.

    ResponderEliminar
  2. ASTRID02:01

    MUY BUENO. ME PARECE MUY REVELADOR DE LAS INTERIORIDADES DE LOS POLITICOS.

    ResponderEliminar
  3. Santi05:32

    He leido los tres y estan muy interesantes. Lo que no acabo de entender es lo de los microfonos de la segunda parte.

    ResponderEliminar