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· Paz, Peace, Pau Casals


© 2014 Josep Marc Laporta

- Primer legado: integración social
- Segundo legado: justicia e implicación social
- Tercer legado: música y derechos humanos

Compositor, director de orquesta y el mejor violoncelista de todos los tiempos, Pau Casals hizo sonar la música más sublime y la hizo callar donde la paz, la justicia y la libertad no eran respetadas. La música no podía elevar los espíritus mientras la gente sufría, era humillada o moría. Era una contradicción que Casals no estaba dispuesto a ignorar ni a asumir en el debe de su vida. Consecuentemente, su compromiso con la paz, la justicia y la libertad le llevó a tomar drásticas actitudes, muchas veces incluso por encima de sus intereses artísticos.
Nacido en El Vendrell, un pequeño pueblo de Cataluña,[1] y tras años de estudio en Barcelona, Madrid y Paris, Pau Casals cosechó todos los éxitos internacionales al compás del arco de su violoncelo. La sobresaliente renovación técnica y la sensibilidad de interpretación que imprimió al instrumento, levantó grandes admiraciones y aplausos entre sus contemporáneos y sucesores, hasta el punto de que Zubin Mehta llegó a afirmar: ‘Casals es el Picasso musical del siglo XX’.[2]
Sin embargo, su excelente música e interpretación no resonaría con tan buena acústica si no fuera porque su defensa de los derechos humanos estuvo a la misma altura o, incluso, más arriba aún que su arte. Casals, la más nítida referencia del violoncelo de todos los tiempos, nos dejó tres profundos e imborrables legados a modo de atrevidas decisiones que marcarían tres etapas de su vida. La paz, la justicia social y la misericordia a través de los derechos humanos fueron su norte y razón de ser.

PRIMER LEGADO: INTEGRACIÓN SOCIAL

Fue en 1920, tras tres decenios de gloria por todo el mundo como violoncelista y después de tocar en los más afamados escenarios incluso en la Casa Blanca, invitado por el presidente de Estados Unidos, Theodore Roosevelt, cuando Casals vuelve a su tierra con el deseo de devolver lo que recibió y dinamizar la música, especialmente entre las clases menos favorecidas. Creó una orquesta con nombre propio y fundó la Associació Obrera de Concerts de Barcelona con la finalidad de que las personas que no tuvieran recursos económicos pudieran asistir a un concierto de la misma calidad, la misma categoría y la misma localidad que las clases más pudientes. Estaba convencido de que la música y la cultura eran un camino para el refinamiento social y espiritual del individuo, y un factor de paz e integración humana:
      “Ya no era posible perderme en la música. Nunca he pensado que ninguna expresión artística pudiera ser una respuesta por sí misma. Un músico también es un hombre. Y más importante que su música es su actitud respecto a la vida. Ninguna de las dos se puede separar”.

Como intérprete y director de orquesta observó el valor de la cooperación como fórmula para el entendimiento entre seres humanos:
       “Cada músico ha de aprender a tocar como si fuera un solista y a la vez una parte indispensable de un equipo. Esta cualidad humana del trabajo realizado en equipo me ha complacido más que ningún recital mío. La orquesta es el más grande de todos los instrumentos”.

El gran redescubridor e intérprete de las suites de Johan Sebastian Bach apostó
claramente por enaltecer la belleza y entregarla a los más jóvenes con un compromiso social:
       “A veces miro a mi alrededor con un sentimiento de absoluto desánimo. La belleza nos envuelve, pero, ¿cuántos la ven? ¿Y qué se enseña a los niños en las escuelas? Les tendríamos que decir: ¿tú sabes lo que eres? Eres una maravilla, eres único. Puedes llegar a ser un Shakespeare, un Miguel Ángel, un Beethoven. Pero has de saber que cuando crezcas puedes hacer daño a otro que es como tú, una maravilla. Os habéis de proteger unos a los otros. Habéis de trabajar, todos hemos de trabajar para hacer un mundo digno de los niños”.[3]

SEGUNDO LEGADO: JUSTICIA E IMPLICACIÓN SOCIAL

Durante su vida, Pau Casals nunca se desvinculó de su tierra ni del compromiso con sus gentes. No obstante, le seguían llegando solicitudes para actuar por todo el mundo. Pero su compromiso con un arte responsable con el hombre y sus libertades individuales y sociales le llevó a ser un pionero de los derechos humanos. Desde 1903 hasta 1917 había sido invitado cada año a Rusia para dar conciertos y tocar con los grandes compositores del país: Serguei Rakhmàninov, Nikolai Rimski-Kórsakov, Seguei Prokófiev o Aleksandr Siloti. Cuando después de la revolución vio cómo se privaba de libertad a algunos de sus congéneres dijo que nunca más volvería a tocar en Rusia. Y lo cumplió, siendo de los primeros en denunciar el nuevo régimen.
       Sin embargo, nuevas pruebas llegarían para el violoncelista. En 1933, cuando Hitler llega al poder, Casals decide no volver a tocar en Alemania mientras se opriman las minorías, se menosprecie la libertad o continúe la escalada de presión política nazi. Fue el primero en hacer esta protesta. Pau Casals entendió que la música no es neutral, que debe tomar partido cuando cualquier fuerza maliciosa pretenda menospreciar los derechos más elementales del ser humano. 
        En 1936, Casals ensayaba el concierto inaugural de la Olimpiada Popular que debía celebrarse en Barcelona como contraposición a las Olimpiadas de Berlín, de las que Hitler pretendía hacer su perversa propaganda política mundial. La 9a. sinfonía coral de Beethoven era la obra elegida, también como contraposición a los espurios e interesados motivos alemanes. Cuando los nazis llegaron al poder, la utilizaron fuera del sentido original de su autor, tocándola en los grandes eventos de estado para demostrar su poderío nacional. Para ellos, Beethoven era alemán, y esa pieza les pertenecía. Pero para Casals era una majestuosa obra sobre la fraternidad humana, la libertad y la igualdad. La disputa era una confrontación entre ideologías, y Casals, que antes ya la había dirigido en Barcelona en un gran concierto al aire libre con motivo de la entrada de la Segunda República, deseaba que cada año se interpretase solemnemente para celebrar la hermandad entre los hombres y mujeres del mundo. Para el maestro, la música no era neutral, y mucho menos si su autor la había compuesto con una finalidad fraternal.
Pero un nuevo y crudo reto se acercaba. Mientras seguía dirigiendo y enseñando en Barcelona y por donde le requerían en toda Europa, estalló la guerra civil española, quedando alejado para siempre de su tierra. El último concierto que Pau Casals hizo antes de marchar al exilio fue en octubre de 1938 en el Teatre del Liceu de Barcelona, en presencia del gobierno de la Generalitat catalana y la República española, que ya estaba en retirada. En la media parte, Casals se dirigió al pueblo norteamericano pidiendo ayuda y dinero para ayudar a los niños, víctimas de la guerra:
      “No dejen que la República española sea aplastada. Si permiten que Hitler gane la guerra a España, ustedes serán las próximas víctimas de su demencia. La guerra se expandirá por Europa, por todo el mundo. ¡Ayúdennos!”.

Fue su último concierto. Cuando la República es definitivamente derrotada, Pau Casals está en París grabando un disco.[4] Sus palabras fueron reflejo de la profunda tristeza que le abatió:
       “Los espléndidos logros de la República se han ahogado en sangre. Los mejores jóvenes del país murieron y también incontables mujeres y niños. Centenares de miles de personas tuvieron que emigrar al exilio. No hay escalas para medir todo este sufrimiento humano”.

El maestro, triste y deprimido, a los 62 años y espoleado por algunos amigos se instala en Prada de Conflent, en la Cataluña francesa, al otro lado de los Pirineos, a pocos kilómetros de su tierra. Allí entra en contacto con los refugiados españoles y vive de cerca las vicisitudes de los refugiados, implicándose con ellos:
      “Al llegar a Prada visité algunos campos de concentración donde confinaban los refugiados españoles. Las escenas que presencié provenían del infierno de Dante. Miles y miles de hombres, mujeres y niños, como si se tratara de un rebaño, enrejados en alambre, sin servicios sanitarios ni atención. Sentí que tenía un deber hacia ellos. Con algunos amigos empecé la organización de ayuda a los refugiados. Más de cien mil se amontonaban en el campo de Argelès-sur-Mer”.

Durante más de diez años vivió en Vila Colette, su casa en Prada de Conflent, ayudando a los refugiados, respondiendo miles de cartas y atendiendo económicamente las necesidades de los exiliados. A escasos kilómetros de su Cataluña natal y detrás de las altas montañas de los Pirineos, Casals se refugia con su familia y la de su buen amigo Joan Alavedra. Ambas conforman un hogar. Sin embargo, el violoncelo no sonará más allá de Prada. Su compromiso con la libertad y la dignidad humana le lleva a silenciarse perpetuamente:
      “La sangre de los inocentes se derrama. Las lágrimas inocentes de la injusticia son más importantes para mí que mi música y que todos mis recitales de violoncello”.[5]

Durante esos años mantuvo la esperanza de que la victoria aliada llegaría tarde o temprano y sería el final de la dictadura franquista:
       “Tengo una fe absoluta en la Gran Bretaña. Claro está que en el transcurso de esta guerra no pudo actuar en los sucesos de España, pero ahora no pueden dejar en el mapa de Europa una pústula como es el régimen español”.

La indiferencia británica respecto al régimen de Franco le entristece grandemente y le lleva a una etapa de silencio comprometido:
      “El engaño de los amigos aún es más cruel que los ataques del adversario. Por todo lugar donde la libertad desaparecía, mi música, que no puede vivir sin ella, se iba. Primeramente dejé de tocar en Rusia, después en Italia, más tarde en Alemania, y ahora ya no tocaré en ningún lugar más, excepto aquí, en Prada, pues no toco en mi tierra”.

Cuando le preguntaban por qué razón había acallado la voz de su violoncello, el maestro contestaba:
      “Porque alguien lo tiene que recordar. Y con mi silencio se recuerda por qué. Mi violoncelo es mi única arma. Ya no tocaré más en los países que han reconocido el régimen de Franco”.

TERCER LEGADO: MÚSICA Y DERECHOS HUMANOS

1950 era el bicentenario de Johann Sebastian Bach (1750-1950). La efeméride musical se iba a celebrar en todo el mundo, con conciertos y actos en memoria del compositor alemán. Pero la cuestión era que para muchos no se podría celebrar Bach sin su gran intérprete: Pau Casals. Las invitaciones le llegaron desde muchos rincones del planeta; sin embargo, el violoncelista se negó a atenderlas. Su silencio comprometido con la paz y la libertad era permanente.
Pero fue Alexander Schneider, un afamado violinista norteamericano, quien encontró la fórmula perfecta para la implicación de Casals mediante una carta:
       “Si usted no puede venir… no podemos hacer nada, pero ¿y si nosotros vamos dónde está usted y celebramos Bach?”
Pau Casals reflexionó:
“Esto puede ser diferente… Lo pensaré”.

El Festival Bach de Prada de Conflent fue la resurrección artística de Casals, quien desde 1950 hasta 1973, año en que murió,[6] se dedicó activamente a la paz por medio de la música. Durante unos años, muchos afamados artistas llegaron desde diferentes lugares del mundo para tocar con Casals en Prada. La pequeña comarca catalano-francesa fue el refugio musical de Rudolf Sekin, Alexander Schneider, Rudolf von Tobel, Eugène Istomin o Yehudi Menuhin, al tiempo que otros muchos descubren al maestro y peregrinan a la pequeña población trans-pirenáica.
Reclamado por su fama internacional y por sus renovadas implicaciones solidarias, Casals se instala en Puerto Rico, la que había sido tierra de nacimiento de su madre, hija de exiliados catalanes, y de su última esposa, la joven Marta Casals Istomin. Pese a su avanzada edad, en Puerto Rico recibe todos los apoyos necesarios para dedicarse a su pasión de unir música y derechos humanos.
En el año 1958 lo invitan a tocar en la sede de las Naciones Unidas y en un discurso retransmitido a más de 45 países clama por la paz en el mundo y el desarme nuclear:
      “La confusión y el temor han invadido el mundo. El nacionalismo mal entendido, el fanatismo y los dogmas políticos avivan la desconfianza y la hostilidad. La angustia que acecha el mundo ante el peligro nuclear se esparce cada día más. Todos los experimentos nucleares deberían acabar. Las Naciones Unidas representan hoy la esperanza más importante para la paz”.
Ante la elección de John F. Kennedy como presidente de los Estados Unidos, Pau Casals, a los 85 años, manifiesta su esperanza en el líder americano. En noviembre del año 1961, Kennedy lo invita a la Casa Blanca. La entrevista, que duró más de 45 minutos, desemboca en un posterior concierto ante las más altas personalidades artísticas e intelectuales del país. Meses más tarde, Casals llorará la muerte del presidente.
No obstante, no ceja en perseguir su objetivo, manifestándose repetidamente en contra del armamento nuclear, de la guerra en el Vietnam, contra las dictaduras, a favor de los derechos civiles e incluso solicita a la UNESCO que sancione España por la persecución del catalán. Sin embargo, no se engaña respecto a la política y el nacionalismo:
      “Mi acción no tiene nada que ver con la política, sencillamente siento que debo hacer esto o aquello, pero no con una base política. La gente se equivoca en esto. Al igual que el hombre de la calle, soy una persona sencilla, Si yo quiero ser independiente no pensaré en mi vecino, en aquello que mi vecino necesita sino solamente en mí mismo, y esto no está bien. Hemos de pensar que somos una de las hojas de un árbol, el árbol es la humanidad. No podemos vivir siendo una hoja sin los demás. Solo somos una hoja, por tanto hemos de pensar en el todo, con inteligencia, y, naturalmente, si hay inteligencia hay amor”.

        Al afincarse en el año 1955 en San Juan de Puerto Rico, Casals intensifica su maestría musical en favor de la paz. Su celebridad y bien hacer permite que la isla tenga una de las mejores orquestas del mundo de aquel momento. ‘El Pesebre’, una obra compuesta en su etapa de Prada de Conflent, con libreto de Joan Alavedra,[7] se convierte en su canto a la paz universal. Se estrena en Acapulco, México, en 1960 y después se interpretará por todo el mundo. En 1963 y 1967 se oirá en la sede de las Naciones Unidas, para conmemorar el Día de las Naciones Unidas. Ya en últimos años de vida del violoncelista, dirigirá ‘El Pesebre’[8] más de 45 veces en distintos escenarios del planeta: desde San Francisco, Buenos Aires y Atenas, hasta Jerusalén. El oratorio en lengua catalana, que narra el nacimiento de Jesús, el Salvador, se convierte en la obra magna de la paz universal. Casals lo introdujo así en su estreno en Acapulco:
      "El oratorio que he compuesto sobre un poema de mi amigo Joan    Alavedra es un mensaje de paz que yo presento al mundo. Está escrito con emoción y humildad. Se interpreta delante de todo tipo de público en América y Europa. Y, si Dios quiere, lo llevaré por todos los países del mundo. La fervorosa acogida que obtiene por todos los lugares, me demuestra, una vez más, que en el arte como en la vida, todos los hombres, sean como sean, comprenden el lenguaje que sale del corazón”.

En una entrevista con Isaac Stern en Puerto Rico, en 1964, Casals declaraba su firme posición frente a las injusticias:
       “Por tanto, hemos de reaccionar cuando algo está mal. Hemos de tomar parte de los sentimientos naturales de la humanidad, pues nosotros sabemos qué es bueno y qué es malo. Por lo tanto, hemos de reaccionar siempre, para aceptar o para rechazar. Se ha de actuar, no hay suficiente con vivir. No es suficiente”.

Pau Casals se convirtió en el primer artista de la historia que se implicó sin descanso en la lucha por los derechos humanos.[9] En una ocasión, ante el divismo de su profesión y la prácticamente nula implicación en la defensa de la justicia social de sus compañeros, aseveró:
      “Ya sé que muchos creen que el artista ha de vivir en una torre de marfil, aislado de las luchas y los sufrimientos de sus semejantes. No lo he compartido nunca: ¿quién puede estar más interesado que el artista en la defensa de la libertad, que es esencial para la creación?”

        El gran acto que significó el mensaje universal de toda una vida y su gran legado se celebró el 24 de octubre de 1971, en la sede de la ONU en Nueva York. Después de la interpretación del Himno de las Naciones Unidas compuesto por Casals con letra del poeta W. H. Auden por encargo de U. Thant, Secretario General de la organización, al recibir la primera medalla de la paz de las Naciones Unidas, Pau Casals quiso dirigir unas palabras a todos los representantes de los países del mundo reunidos en tan magno auditorio:
      “Es el más grande honor que nunca he tenido. Lo que usted acaba de decir sobre la paz, yo lo he pensado toda la vida, inspirado por mi madre, que era una mujer maravillosa, genial. De pequeño, ella ya me hablaba de la paz, porque yo nací en medio de una guerra. Por esto, todo lo que las Naciones Unidas han hecho me llega al corazón, y siempre he estado pendiente de lo que hacen. Ahora, permítame decir una cosa: Yo soy catalán. Cataluña es hoy una región de España, pero ¿qué fue Cataluña? Cataluña ha sido la nación más grande del mundo. Yo os contaré porqué. Cataluña tuvo el primer Parlamento, mucho antes que Inglaterra. Cataluña tuvo las primeras Naciones Unidas: en el siglo XI todas las autoridades de Cataluña se reunieron en una ciudad francesa –entonces Cataluña– para hablar de paz, en el siglo XI... Paz en el mundo y contra, contra, contra las guerras, la inhumanidad de las guerras”.

Como siempre hizo en todos sus conciertos –en recuerdo de su tierra, Cataluña–, el acto concluyó con la interpretación del ‘Cant dels Ocells’, un tradicional canto en lengua catalana de celebración del nacimiento de Jesús, con evocación de pájaros entonando la buena nueva, como símbolo de la paz universal.
 La paz fue su misión y objetivo a través de la música y su vida. El secreto del legado de Pau Casals radica en su implicación con el arte como expresión armónica del milagro de la vida, en el cuidado hacia los más desfavorecidos, en la defensa de la justicia social y los derechos humanos y en su trasfondo cristiano, con una fe práctica e implicada que le alumbró en medio de las más densas tinieblas humanas:
       “Cada día, cada minuto, cada nuevo amanecer, cada flor, cada gota de mar me hace sentir más identificado con la idea de que vivir es un milagro y que todos y cada uno de nosotros somos una maravilla que nunca acabaremos de pagar con nuestro esfuerzo, con nuestra fe, con nuestro amor”.

Su último acto y palabras en público fue en 1973, en Jerusalén, tras una audiencia con Golda Meir –primera ministra de Israel–, pocas semanas antes de su muerte:
       “No deseo a nadie una muerte mala, ni siquiera al hombre que ha hecho las peores cosas del mundo. El amor es para todos, incluso para Franco. Ha matado a miles de personas; pero no me gustaría que Franco fuese asesinado, porque es una monstruosidad. La naturaleza ha hecho a Franco como a ti y como a mí. ¡Matar es tan feo, tan cobarde! Deja que Franco se vaya, que se encargue la naturaleza. Hace 35 años que estoy fuera de mi país y estoy muy triste por este hecho, sobre todo por mi edad. No creo que vuelva a ver mi país nunca más.

       Pau Casals murió con 93 años en el exilio, dos años antes que el dictador Franco. Su mensaje de paz, aún en medio de las mayores adversidades de justicia social y libertad, perdura hasta hoy.  



[1] Nace el 29 de diciembre de 1876 en la calle Santa Ana, número 2, de El Vendrell, en Cataluña. Es hijo del músico Carles Casals Riba y de la puertorriqueña Pilar Defilló Amiguet, quien nació en Puerto Rico donde sus padres catalanes se habían desplazado a trabajar.
[2] Declaración del 1 de agosto del 2010, en Peralada (Girona). Zubin Mehta, director de orquesta y amigo de Casals, también se implicó en su estela de defensa de la paz: “Algunos hemos seguido su ejemplo. Yo mismo me negué a tocar en muchos países fascistas, siguiendo su ejemplo. Durante años, cuando Grecia era fascista, con los coroneles, me negué a ir. Ahora, por otro lado, me niego a ir a Venezuela. No iré. O sea: es su ejemplo”.
[3] Declaraciones de entrevista realizada en 1960, en Puerto Rico.
[4] Pau Casals define su profunda decepción por los acontecimientos y la raza humana: “En el verano de 1914 estaba en París: música militar, banderas en las ventanas, discursos sobre gloria y patriotismo. ¡Qué máscara más macabra! ¡Cuántos de esos chicos que desfilaban sonrientes murieron más tarde en las trincheras o volvieron a casa inválidos! Tenía la impresión de que la civilización daba marcha atrás. La pregunta que me había atormentado en Barcelona me obsesionaba nuevamente: ¿el hombre había sido creado para esto?”
[5] En otras palabras del maestro dejó clara su posición respecto a las injusticias sociales: “La crisis que pasé cuando tuve 16 años me llevó al borde del abismo. En el fondo no he cambiado. Continúo sintiéndome incompatible con la injusticia. La diferencia es que la injusticia y la brutalidad se han extendido cada vez más, mientras se amortiguaba la capacidad de indignarse. ¡Qué tristeza me produce la lamentable y culpable indiferencia actual!”
[6] El año de 1973 marcó la muerte física de los tres maestros: los tres Pablos. Si bien Casals (1876) y Picasso (1881) nacieron antes de 1900 y Neruda cuatro años después, los tres compartieron el palpitar de un siglo.
[7] Joan Alavedra y Segurañas (Barcelona 1896 a 1981), poeta, escritor y periodista catalán. Fue secretario de la presidencia de la Generalitat de Cataluña en el periodo 1931-1934 durante las presidencias de Francesc Macià y Lluís Companys. En el exilio, vivió en Prada con Pau Casals, donde se encontraba a menudo con Pompeu Fabra y le dedicó un retrato literario en Personajes inolvidables (Barcelona, 1968). Fue biógrafo de Pau Casals, que musicó, en forma de oratorio, el libro de Alavedra ‘Poema del pesebre’.
[8] Joan Alavedra creó el ‘Poema del Pesebre’ como respuesta a una solicitud de su hija, Maria. Alavedra había sido liberado la noche de Navidad de 1934, tras 90 días privado de libertad en el buque-prisión ‘Ciudad de Cádiz’, por lo sucedido el 6 de octubre con la proclamación del Estado catalán, en el que miembros del gobierno de la Generalitat fueron encarcelados. Ya en casa, en la noche de Navidad, al montar las figuras del Pesebre (el Belén), María, la hija mayor de Joan y Montserrat, suplicó a su progenitor: ‘Padre, haz que las figuras hablen por mí’. Joan Alavedra fue a su escritorio y en los siguientes días escribió para su hija el ‘Poema del Pesebre’, en el que se unía su alegría por la celebración del nacimiento de Jesús y, también, la desesperación por todo aquello que su pueblo estaba viviendo. Cinco años más tarde, cuando en la huída hacia el exilio, cruzando a pie las montañas del Pirineo hacia Francia, el padre le dice a Maria que tire algunas maletas por los barrancos para liberarse de peso y poder caminar mejor y más rápido hacia Francia, la niña salva una maleta con el escrito. Ya en el año 1943, instalados en Prada de Conflent (sur de Francia), Pau Casals y Joan Alavedra deciden presentar un poema a los primeros Juegos Florales de la Lengua Catalana, un premio literario de la ciudad de Perpignan. Por las depresivas circunstancias del exilio, Joan no se veía con ánimo para escribir una poesía. Pero recordó el que años antes había escrito para su hija. Al buscarlo y no encontrarlo entre sus papeles, preguntó a Maria por él. La niña respondió: “Cuando pasábamos la frontera, no pude desprenderme de un maletín en el que guardaba mis tesoros. El maletín está arriba, padre, y tu poema está dentro”. El poema se presentó, y ganó el primer premio. Posteriormente, Pau Casals lo musicó. Y años más tarde lo orquestó dando forma al oratorio ‘El Pesebre’.
                [9] Casals, en sus últimos años de vida, defendió el valor de la música como armonizadora de los pueblos: “La música unirá a los hombres más que cualquier otro arte. Los poetas cantan la paz, pero también hay músicos que la cantan. La paz existe. Llegará el día en que la encontraremos. La palabra y el canto encontraran la paz. Grandes masas corales, coros gigantescos de hombres y mujeres cantarán el amor. Caerán las fronteras. Esta será la función social de la música en el futuro: cantos de esperanzas entonados por multitudes inmensas. Cascadas sonoras plenas de poesía”.


© 2014 Josep Marc Laporta


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3 comentarios:

  1. James19:39

    Muchas gracias por este post y por la posibilidad de suscribirme al blog. Lo acabo de ver y ya me he suscrito. Le dejo mi correo por si se hubiera recibido: jahunais@mail.de

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  2. Fidel Montserrat20:02

    Quin gran retrat del mestre! La seva vesant humana va ser tan gran com la seva música. Tant tenim que aprendre d'ell! Per sempre, Pau Casals.

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  3. Salva19:32

    No concia la historia de Joan Alavedra y el poema El Pesebre. Gran historia.

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