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· Hacia una sociología del PIB

© 2013 Josep Marc Laporta

El PIB, o Producto Interior Bruto, es un baremo económico que se utiliza para conocer el nivel de riqueza de un país y su nivel de bienestar. Este baremo se realiza considerando la cantidad de bienes y servicios útiles disponibles para una persona dentro de un país, contando tres factores:
1-  la productividad, bajo la medida del valor monetario de la cantidad de bienes y servicios que produce un trabajador/a en una hora;
2-   el ratio de empleados por población o porcentaje de la población total que tiene un trabajo remunerado; y
3-     el número de horas trabajadas por cada empleado/a al año.
No obstante, y como es evidente, este índice económico (PIB per cápita), no guarda una estrecha relación con el bienestar emocional y psicológico de un pueblo[1], aunque sí se pueden determinar algunas consideraciones de carácter regional y global.

Un grupo de economistas de la McKinsey Global Institute ha tratado de calcular la evolución del centro de gravedad económico de la tierra desde el año 1 hasta nuestros días, con una probabilidad para el año 2025. Pese a que las predicciones de matemática económica tienen que observarse con un lógico y cuidadoso margen de error, sí que se pueden observar varios aspectos socioeconómicos y sociológicos que resumiré brevemente.
En primer lugar, destacar que en el siglo I, el centro de gravedad económica de la tierra no estaba en lo que los occidentales consideramos la cuna de la civilización (Grecia, Egipto Imperio Romano, etc.). Desplazado hacia el oriente, el centro de gravedad económica se situaba en el Asia meridional, lo que hoy es Afganistán, Pakistán, China e India. Este dato nos lleva a determinar que a pesar de los acontecimientos históricos y religiosos, y de los avances políticos, filosóficos e ilustrados que acontecían en el arco mediterráneo, Asia era el motor económico y mercantil. No obstante, la demografía determina en el siglo I una mayor población en Asia (India, 62 millones; China, 60 m.), mientras que en el mediterráneo, sumando todos los territorios marítimos, no llegaba a los 35 millones de habitantes. Este dato explica, en parte, el por qué del centro de gravedad económico en el Asia meridional. Otra parte de la explicación está en la sociogeografía. El mar Mediterráneo, a diferencia de Asia, fue una autopista de comunicaciones entre pueblos que, pese a parecer un activo económico, significó una dispersión comercial y económica al conjugar imperios, conquistas y mercaderías, facilitando la expansión y, en consecuencia, una menor concentración demográfica.


Todo ello contrasta con el siglo XX, donde el centro de gravedad económico se situó en los países nórdicos, recogiendo la pujanza europea. Este dato, revisado desde una perspectiva global, advierte del desajustado y vertiginoso desarrollo económico occidental, con una población mucho menor que la asiática,[2] pero con una concentración de riqueza mucho mayor, fruto de la ilustración y la revolución industrial. Si comparamos los datos globales a veinte siglos vista, observaremos cómo el crecimiento del siglo XX es una excepción histórica,[3] que en la actualidad está en progresiva regulación y que se regulará aún más en los próximos decenios por el efecto de la globalización, equiparando el PIB de las distintas regiones del planeta.

Un segundo aspecto a considerar es el parsimonioso movimiento del centro de gravedad económica durante más de 1500 años. Asia fue el centro neurálgico de la economía del planeta y transcurrieron quince siglos hasta que empezó un lento desplazamiento hacia occidente. En el siglo XIX (1820) se observa el primer movimiento significativo, que posteriormente en tan sólo cien años (1913) se desplazará velozmente hacia Europa, con centro de gravedad en los países nórdicos. El rápido movimiento geográfico coincide con los grandes desarrollos y avances sociales, políticos y tecnológicos acontecidos en el viejo continente. 

Que Europa, con un peso demográfico mucho menor que toda Asia, mantenga una primacía y concentración económica durante el siglo XIX i XX, tiene varias explicaciones. Una de ellas ya ha sido apuntada anteriormente: el gran desarrollo económico occidental en detrimento de los países orientales. Otra consideración a tener en cuenta tiene que ver con las libertades sociales. Mientras occidente emprendió un decisivo, aunque inestable camino, hacia las libertades individuales y colectivas y en pro de una democracia ciudadana y participativa, el continente asiático, dominado demográficamente por el gran imperio chino y la India, quedó rezagado, con sus políticas y gobiernos de reminiscencias feudales o coloniales.
1950 fue el año en que aproximadamente el centro de gravedad económica mundial estuvo más próxima a los Estados Unidos de América. La pujanza comercial y económica que desde finales del siglo XIX imprimió este país, significó un desplazamiento planetario de la concentración tensional económica. Precisamente, a partir de 1950 y debido a la gran recuperación y crecimiento social y económico tras la segunda guerra mundial, el centro de gravedad se situó en Europa, aunque el viaje de vuelta marcó un itinerario aún más al norte. Este movimiento ejemplificó una superior supremacía del hemisferio norte respecto al sur y, en el mismo hemisferio norte, también una hegemonía del norte de Europa respecto a su propio sur. Para futuros análisis sociológicos es de destacar estas dos superioridades: hemisferio norte>hemisferio sur; y en el mismo hemisferio norte: la tensión norte>sur.

Como apunté anteriormente, el planeta vivió en el siglo XX la desigualdad social y económica más grande de su historia. Si bien esta concentración económica occidental no implica obligatoriamente una pobreza y bajo nivel de vida en el resto del planeta solo por la comparativa del PIB, sí que, unido a otros datos, manifiesta un grave desorden de carácter estructural y distributivo de consecuencias aún por descubrir totalmente en su vertiente histórica y sociológica.
Desde principios del siglo XXI, la tendencia ha virado aún más hacia el este. Los efectos económicos de la globalidad tras la caída del muro de Berlín han hecho que, en tan sólo quince años, el centro de gravedad económica se deslice resueltamente hacia Asia. El despertar de las economías de China e India resulta imparable, tanto por su demografía como por sus ansias de riqueza. El PIB está creciendo considerablemente en las regiones asiáticas, gracias al impulso de los dos gigantes. Junto a ellos, el papel de Japón, con una economía en franco crecimiento tras un profundo descalabro de más de quince años, condicionará el equilibrio económico planetario.
La previsión para el 2025 es una vuelta a los orígenes. Asia volverá a ser el centro neurálgico del PIB, más de dos mil años después. Los cálculos muestran que el centro está cambiando rápidamente hacia el este a una velocidad de 140 kilómetros por año y, por lo tanto, más rápido que nunca antes en la historia humana. Una de las razones principales de este movimiento es la rápida urbanización en los países en desarrollo. Los habitantes del mundo rural asiático están entrando en muchas ciudades, siendo cada vez más ricos e impulsando el crecimiento económico. Nuevas megaciudades como Mumbai o Shangai se han convertido en urbes de peso medio, al igual que Foshan o Surat, convirtiendo la demografía asiática en mucho más densa.
China tiene 1.336 millones de habitantes con una densidad de 140 habitantes por km2; India, 1.186 millones y 370 habitantes/km2; y Japón, 127 millones y 376 de densidad.[4] Estas cifras apuntan a un imparable crecimiento del PIB y a un nuevo desajuste por proporcionalidad. Asia se equilibrará con Europa y Norteamérica, mientras que el continente africano experimentará un lento crecimiento de su PIB y América del Sur irá a remolque de su norte y de Asia.



[1] Las Naciones Unidas, elaboran un índice, a través del (PNUD) sobre el bienestar socio-económico: Índice de Desarrollo Humano (IDH), índice que considera varios factores por país:
    1- Vida larga y saludable, medida según la esperanza de vida al nacer.
    2- Educación (medida por la tasa de alfabetización de adultos y la tasa bruta combinada de matriculación en educación primaria, secundaria y superior).
    3- Nivel de vida digno (medido por el PIB per cápita PPA en dólares).
[2] China: 1.336.000.000 de habitantes; India: 1.186.000.000 hab.; Japón: 127.000.000 hab.; y Estados Unidos de América: 290.400.000 hab.
[3] Esta excepción histórica impulsó un gran crecimiento económico y social que desajustó ciertos equilibrios planetarios y acrecentó las desigualdades entre lo que posteriormente se denominaría el primer y tercer mundo.
[4] Francia tiene 62 millones de habitantes y 112 de densidad; y Alemania, 82 millones y 229 de densidad. Pese a la gran densidad de Alemania, los datos globales europeos contrastan con el crecimiento de los dos grandes países de Asia.

© 2013 Josep Marc Laporta 

Documento en PDF: http://www.adsomaster.com/Hacia-una-sociología-del-PIB.pdf.

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3 comentarios:

  1. Miguel Fran01:07

    Me parece muy interesante el tema! y me interesa la transversalidad entre sociología y otras disciplinas. Es un campo de estudio a explorar. Gracias, profesor y amigo!

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  2. Jaime Gamez07:34

    El PIB..... es ese 'pronóstico' que no mide el bienestar real de una persona aunque mida el dinero que se acumula. El PNUD me parece más apropiado a la situación real del planeta. Muy acertado el trabajo del MGI y de Laporta, sobre todo para una conclusión interesante... el siglo XX fue una maldita excepción en el mundo, acaparando riquezas. Es posible q los historiadores, economistas y sociólogos futuros nos pongan en nuestro lugar. Echamos por la borda los bienes del planeta con el único fin de crecer y crecer para las barrigas occidentales. Hartos de vino y de incosciencia!

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  3. Fito12:20

    me ha gustado, muy grafico y claro. Gracias

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