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· El caso Sofonisba Anguissola


© 2013 Josep Marc Laporta


     Fue la primera pintora renacentista con fama internacional. Apenas se conservan 50 obras y muchas de ellas se han atribuido erróneamente a otros artistas masculinos como Zurbarán, Moro, Tiziano o El Greco. Fue muy conocida, distinguida y respetada en su larga vida –más de 90 años–, y admirada por los grandes pintores de la época, como Miguel Ángel, Tiziano o Van Dyc. De los 1.100 cuadros que cuelgan en las galerías del Museo del Prado, sólo tres tienen autoría de una mujer: Sofonisba Anguissola.[1]
      Su caso desvela al detalle las razones históricas de la invisibilización de la mujer en la cultura y del hecho de que además de ser invisibles, dicha realidad sea a su vez invisible. La exclusión de las mujeres sigue siendo la normalidad e incluso parece que nadie quiera reparar en ello, ni siquiera las interesadas. El olvido de la representación femenina hace de Sofonisba Anguissola –pintora en la corte de Felipe II– notaria de una extraña realidad aún hoy perdurable.
       Que a día de hoy el valor de la mujer en el arte quede en el silencio eterno es debido a la fuerza de la inercia absolutista masculina, que impone una sola manera de reescribir la historia y pontificar sobre la calidad de las obras. El revisionismo homogenizador que ejercen los críticos de arte se convierte en una frontera infranqueable para muchas mujeres que, aún en el ostracismo de su época, poseen un gran valor artístico y conceptual, a pesar de las distancias sociales. Que valoremos o disfrutemos de las pinturas rupestres de las cuevas de Altamira, Tassili n'Ajjer o Twyfelfontein y no sepamos observar el valor de tantas mujeres que ejercieron arte en medio de condiciones ambientales adversas, es una contradicción ética de consecuencias artísticas y sociales.
      Artemisa Gentilechi, Elizabeth Vigee Lebrun, Mary Gasat, Maruja Mallo, Remedios Varo, María Blanchard, Ángeles Santos, Leonora Carrington, Frida Khalo o Marina Abramovich son parte de cientos de artistas mujeres, desde el siglo XV hasta la primera mitad del siglo XX, que han quedado extraviadas en un agujero negro de la historia, sin poder asomar su arte ante los ojos de propios y extraños.
     Sofonisba Anguissola (Cremona, 1532-Nápoles, 1625), ignorada durante cuatro siglos, es la única mujer que expone en el Prado. Aristócrata de exquisita inteligencia y creatividad, aclamada en su tiempo por Vasari, Miguel Ángel y Van Dyck (sus retratos fueron imitados por Caravaggio y Rubens), la muerte la condenó al olvido y sus obras fueron adjudicadas a Zurbarán, Sánchez Coello, Antonio Moro, Tiziano, Bronzino, Moroni, El Greco o Van Dyck.
     ‘La dama del armiño’, también denominada ‘Infanta Catalina Micaela’, es una pintura que en la Pollock House de Glasgow aún se adjudica a El Greco. No obstante, distintos estudios de Carmen Bernis y María Kusche, determinan que su autora es Sofonisba Anguissola. Sin duda es un auténtico contrasentido observar cómo aún hoy muchos críticos continúan explicando que la obra es representativa del Greco y que, incluso, significa su cénit artístico. Los rayos X y la dirección de las pinceladas han desvelado los secretos de esa mujer que observa con profundidad en la mirada y rostro dócil.
     Cuando en 1559 llegó a la corte de Felipe II como dama de la reina Isabel de Valois, Sofonisba Anguissola ya tenía obra y un extenso currículum artístico. Había pintado agradables escenas domésticas, algunos memorables retratos de humanistas o colegas, y autorretratos, como haría el resto de su vida. Incomprensiblemente, Sofonisba Anguissola no firmaba los lienzos que pintó para la corte. La piel de lince que viste ‘La dama del armiño’, muestra el valor y adelanto de un cierto impresionismo, marco lejano para una nueva comprensión del arte futuro. Carmen Bernis, incansable investigadora de la historia, hizo un análisis de su vestido y consiguió fechar con exactitud el retrato e hizo posible compararlo con otros de El Greco del mismo periodo (retrato de Dama con flor) y comprobar que "es inmensamente más suelta y pastosa que la del retrato de Glasgow..., no existe ninguno de los detalles minuciosos que se ven en La dama del armiño". Por otro lado, la cara de la mujer es idéntica a la de la infanta Catalina Micaela en otros retratos realizados por Anguissola.

La historia pasa revista a aquellas mujeres que, en un mundo de hombres, se atrevieron a colorear la vida y sus mundos estéticos. Sus obras aún continúan silenciadas ante una coactiva imposición varonil. Mientras tanto, el Museo del Prado es testimonio de permanentes injusticias históricas y contemporáneas. Tres lienzos de Sofonisba Anguissola cuelgan presumidos entre más de mil cien manos masculinas que atentan la dignidad estética y moral de ellas. De todos.



[1] Entre los más de 8.000 cuadros que componen los fondos de la pinacoteca, hay 45 pintados por una veintena de mujeres. De todos ellos sólo tres están expuestos al público, obra de Sofonisba Anguissola.

© 2013 Josep Marc Laporta 


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2 comentarios:

  1. Mar V08:55

    Desconocía todo lo que expone sobre esta artista italiana. Es verdad que las mujeres seguimos discreminadas. Imitamos a los hombres para sobrevivir... de pena

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  2. Anónimo00:15

    Me parece que solo son dos lienzos de Anguissola los que hay en el Museo del Prado....

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